SEGUNDA PARTE DE MONÓGAMOS CULTURALES Y POLÍGAMOS BIOLÓGICOS.

Reconocimiento por parte del Trabajo Social de la realidad poliamorosa.

En la entrada anterior hemos analizado los posibles orígenes de la monogamia y de la poligamia que nos conducen hasta nuestros días para ello tanto en la poligamia como en la monogamia parecen establecerse contratos sobre las futuras relaciones (permitidas en el primer caso de diferentes formas o prohibidas para el segundo) hecho que parece difícil de ser cumplido por la naturaleza humana surgiendo en este momento los celos, la hipocresía, la doble vida y hasta el sincericidio (kamikazes de la verdad) que supone el fin para muchas parejas monógamas. Por otro lado, en las relaciones polígamas se establecen diferentes contratos donde las relaciones son consensuadas y aceptadas por los miembros que la forman. No existiendo en este caso la infidelidad sino como ruptura del contrato establecido suponiendo una deslealtad fruto del engaño y de la ruptura unilateral del acuerdo previo.

No consiste en dividir el mundo entre los “infieles” con connotaciones morales que lo asimilan a comportamientos no empáticos, desconsiderados con la otra persona o inmorales frente a los “fieles” elevados ética y moralmente por ser capaces de controlar sus bajas inclinaciones, desdeñado el poder de la erótica y del deseo; sería reduccionista dividir el mundo en buenos y malos según estos criterios. Este no es el debate, entre ambos grupos de personas existe la lealtad, el respeto y la confianza y la deslealtad, la desconfianza y las faltas de respeto (todos son comportamientos muy humanos) pero los contratos no son eternos y hay que saber cuándo se empieza a fracturar el contrato (divino o no) y cuando es necesario romperlo o renegociar nuevos términos. Tanto la fidelidad como la infidelidad son comportamientos naturales que el profesional puede encontrar.

Otro factor a tener en cuenta es que generalmente a lo largo del ciclo vital se puede pasar por varias parejas y con todas no se alcanza el mismo contrato, algunos autores creen que la mayor esperanza de vida puede que nos dificulte mantener la misma pareja para toda la vida, pues aumentarán el número de años para que surjan desavenencias favoreciéndose cierta tendencia a la monogamia no absoluta. El antropólogo evolutivo Bernard Chapais cree que la gran mayoría de las sociedades se acepta una mezcla de distintos tipos de uniones. La promiscuidad, la poligamia y la monogamia son parte de nuestra herencia evolutiva.  Hoy en día la monogamia (en el largo plazo o en serie) es el modelo más común en nuestras sociedades, pero el hecho es que existen la promiscuidad sexual y la poligamia.

Haremos un breve y somero recorrido por algunas de las formas de convivencia más comunes que conviene reconocer así en las relaciones abiertas una pareja estable puede mantener relaciones sexuales con más personas, pero el amor no suele ser admitido, pueden establecerse normas para evitar los celos o pensamientos negativos, así como para saber cuándo se queda con otras personas o por el contrario no tener conocimiento de nada, pueden establecerse normas para tener relaciones con protección fuera o no llevar a los amantes a la casa. Saltarse alguna de estas reglas se considera una deslealtad. También hay otras parejas que no ponen ningún tipo de norma. Podríamos distinguir entre relaciones híbridas donde ambos tienen libertad para acostarse con otras personas, o que una de ellas no lo haga porque no quiere o no esté interesado. Por otro lado, las parejas flexisexuales donde un miembro de la pareja es bisexual y su pareja le deja libertad para mantener relaciones con personas del mismo sexo.

Las personas poliamorosas aman a varias personas a la vez y mantienen relaciones sexuales entre todas las partes o no.  Las parejas poliamorosas pueden ser jerárquicas, polifidélicas, relaciones mono-poliamorosas o anarquía relacional. En las jerárquicas hay una relación principal o primaria y otra(s) secundaria(s), todas son igual de importantes y es relativamente parecida a las relaciones “abiertas”, pues las parejas primarias pueden poner reglas que pueden afectar a las secundarias. En las relaciones polifidélicas, los tríos o grupos pueden mantener relaciones con personas ajenas con sexo entre todas las partes o no y a la vez o no. Cada trío o grupo establecerá contratos en los aspectos romántico y sexual. Las parejas mono-poliamorosas están constituidas por una persona poliamorosa y otra que no, los acuerdos permitirán que la persona poliamorosa pueda relacionarse romántica y sexualmente con otras personas. En la anarquía relacional no hay normas para relacionarse.

fotospornoantiguas

Los swingers están constituidos por parejas “cerradas” que practican el intercambio de parejas para contactar utilizan internet o acuden a locales para buscar otras parejas con las que realizar el intercambio. Las prácticas son variadas y pueden incluir la observación de relaciones sexuales, el intercambio suave que incluye besos, caricias o sexo oral y el intercambio total.

Los “LAT” (Living Apart Together) están juntos, pero cada uno en su casa. Pueden estar formadas por parejas reconstituidas (con o sin hijos), parejas que viven en ciudades diferentes (por trabajo u otras razones) o personas que viven mejor solas. En todos los casos estas parejas pasan temporadas juntos (fines de semana, viajes, vacaciones, etc.)

Nuestros orígenes poligámicos transformados en consonancia con la evolución humana y desde la cultura se mantiene hasta nuestros días. Denostar estas realidades de convivencia diferentes a la mayoritaria de la monogamia sería poco ético profesionalmente. Pero debemos ser conscientes que las no-monogamias tampoco están libres de problemas ya que pueden reproducir el pensamiento monógamo entonces los problemas se multiplican por el número de parejas no obstante la poligamia también intenta combatir las presiones ejercidas desde la monogamia puesto que coloca a estas personas en posiciones más vulnerables, ya que socialmente todo está construido para que las necesidades pasen a través del filtro de la monogamia y de las relaciones de pareja heterosexuales. Recomiendo la lectura de La monogamia también es privilegio de Natàlia Wuwei Climent.

La necesidad de justificación de las relaciones basadas en la monogamia como en la poligamia como formas de vida correctas no son sino producto de la necesidad de encontrar argumentos que validen el propio estilo de vida, cuando la realidad es mucho más testaruda y la necesidad de dar satisfacción a la sed de piel, de encontrar comunicación intima e intercambio con otros seres humanos, ya sea en individuo o en varios. Todas las realidades son posibles y necesarias en un mundo diverso, por tanto, para el Trabajo Social es necesario un reconocimiento de estas diferentes realidades amorosas (sin que la comunicación no verbal nos traicione durante una entrevista, por ejemplo) para tener en cuenta los vínculos de afectos y desafectos en las relaciones familiares polígamas, relaciones abiertas o monógamas (infieles o no) ya sean heterosexuales, homosexuales o diversas, aprendiendo a  utilizar las redes familiares, de apoyo o de comunicación e intimas y otros vínculos solidarios que no pasen por la jerarquía de la pareja (u otras jerarquías) de modo que el usuario/cliente sea consciente de los diferentes apoyos con los que se cuenta en la búsqueda de la solución de sus problemas, necesidades o conflictos.

La piel mayores

MONÓGAMOS CULTURALES Y POLÍGAMOS BIOLÓGICOS. UNA REFLEXIÓN ACERCA DE LA HIPOCRESÍA SOCIAL EN LAS RELACIONES DE PAREJA.

De las relaciones de pareja monógamas y heterosexuales hacia la pansexualidad y diversidad.

Parece que los últimos tiempos están aumentando el número de parejas y otras nuevas formas de relaciones, que hasta el momento parece que se mantenían ocultas, como son las relaciones poliamorosas, las relaciones “abiertas”, los “swingers” o intercambios de parejas y los “LAT” (Living Apart Together) o estar juntos, pero cada uno en su casa, junto a otras relaciones románticas sin sexo o de amistad que junto a las clásicas parejas “cerradas” o monógamas establecen un conjunto heterogéneo de diversas formas de relacionarse. Consecuentemente resulta de interés para el Trabajo Social abrir el debate y conocer los nuevos vínculos amorosos y sexuales para mejorar la relación de ayuda profesional con el objetivo de movilizar las capacidades del individuo y de su medio para que haga frente a sus dificultades.

Son muchos los antropólogos que sostienen que un muy elevado número de las culturas humanas eran polígamas antes de la globalización y homogeneización producida en todas ellas por la moral y cultura judeocristiana.

Actualmente la mayor parte de nuestra sociedad es monógama, aparte del reconocimiento de esta realidad también deben tenerse en cuenta porque las parejas no sólo se casan, se divorcian, mantienen otras relaciones (más o menos estables), tienen escarceos amorosos y aventuras, surgen los celos o no, etc.

Para intentar explicar esta realidad se han publicado diversidad de investigaciones que se posicionan en sentidos opuestos entono al inicio de la monogamia en nuestra especie, algunos modelos enfrentan como polos opuestos la monogamia (que parece promocionada como ideal humano – mencionemos en este extremo el mito del amor romántico, etc.-) frente a la poligamia (desechada por la promoción de la promiscuidad que parece asociarse en cierto modo a comportamientos más animales y sucios) frente a los cuales el hombre (“especie superior”) debe distinguirse…

En mi opinión el paso de una situación de poligamia a otra de monogamia no sólo no se produjo (en consonancia con la evolución humana) sino que se mantiene hasta nuestros días, más o menos visible a lo largo de nuestra historia y más o menos tolerada según las diferentes culturas y momentos históricos. Luego no hemos dejado de ser polígamos en ningún momento como especie…

Entre los mamíferos existen algo menos de 5.500 especies distintas y de ellas sólo el 3% parece practicar la monogamia. De hecho, los primates y los bonobos, con los que compartimos un porcentaje abrumador de nuestro ADN (entre el 97% y el 99%) son, en general, proclives a ceñirse a una sola pareja. Según los primatólogos son los gibones los únicos que viven en pareja generalmente de por vida. En cambio, los chimpancés, gorilas o los orangutanes, son polígamos o promiscuos.

Parece que los seres humanos somos polígamos por naturaleza y monógamos culturales, ser una especie mayoritariamente monógama no implica el desprecio de otras formas de convivencia y relaciones sexuales. La riqueza humana estriba precisamente en el reconocimiento de la diversidad en todos sus ámbitos y también en el caso que estamos analizando, las diversas formas de convivencia.

Para los antropólogos las probables razones para la aparición de la monogamia pudieron encontrarse en la necesidad de protección a la infancia y la prevención del infanticidio, así como para la cooperación en la cría y cuidado biparenteral de los hijos. Con la monogamia parece que también se aseguraba la pareja y por tanto las estrategias de apareamiento que evitan la competición. Los machos obsequiaban con alimentos a las hembras para lograr sexo y estas preferirían un proveedor de comida que un competidor agresivo.

La evolución permitió que la mujer diese el gran salto evolutivo y permitiese una mayor disponibilidad sexual no vinculada al sexo que junto a la perdida de vello y el moldeamiento de los cuerpos se desarrollasen nuevas estrategias vinculadas a la belleza de la hembra y el macho que en opinión de otros antropólogos se asociase al concepto de emparejamiento permanente, favoreciendo la comunicación y la intimidad.

Posteriormente han venido a darse nuevos argumentos que justificasen la monogamia en la impronta cultural como por ejemplo en la concentración de la herencia (base del sistema capitalistaheteropatrial) y otras más prosaicas cómo una forma de eludir las enfermedades de transmisión sexual.

Lucy Australopithecus

En la biología no parece que encontremos suficiente justificación para la monogamia pues la influencia neurológica (oxitocina, vasopresina y dopamina) relacionada con la formación de lazos están presentes en relaciones monógamas y polígamas.

Para muchos autores la pareja y la fidelidad son un constructo social producto de la moral cristiana que reprime conductas instintivas y animales que conducirían a la felicidad y realización personal. Pero ¿La formación de parejas se produce por herencia cultural o nos proporciona algo más? Quizá en la pareja los vínculos puedan parecer más estrechos y se encuentre y satisfaga la intimidad que se sustenta en la confianza, el respeto, el compromiso, el sentido de pertenencia, la seguridad y la aceptación. Entonces la necesidad de comunicación, la” sed de piel” para Lucas, la intimidad ¿se puede alcanzar en las relaciones polígamas, abiertas, etc.? ¿Puede producirse apertura emocional completa en otros tipos de relación? Se hace necesario un mayor número de estudios en este sentido si queremos responder de forma adecuada, porque la experiencia no parece suficiente fuente para realizar aseveraciones en un sentido o en el contrario.

En la próxima entrada analizaremos este constructo social y los diferentes contratos que pueden establecerse, así como la importancia del reconocimiento de estas diferentes realidades amorosas desde la mirada del Trabajo Social.