BOHEMIAN RHAPSODY UN RETRATO SOBRE LAS SOLEDADES DE FREDDIE MERCURY.

Bohemian Rhapsody no es sólo una película musical o un biopic sobre Freddie Mercury o una película biográfica de la banda Queen; es también un retrato de soledades. La soledad de la homofobia interiorizada, la soledad de estar rodeado de gente y sentirse sólo (que en algún momento muchas y muchos de nosotros hemos experimentado) y la soledad de la estrella y del éxito. Poco puedo añadir sobre ésta última, que parece ser compartida por otras grandes figuras. Merecería la pena analizar como los egos modulan estas personalidades y cómo nos cambia el dinero.

Aunque Mercury reconoció ser homosexual, muchas personas piensan que en realidad era bisexual, dada la especial relación que mantuvo con Mary Austin, con la cual tuvo una relación de años, refiriendo su relación con ella como un matrimonio. Estableció con ella una relación no sólo de confianza y amistad, sino que además al inicio de la relación fueron amantes. A lo largo de su vida Mercury tuvo muchos amantes que nunca sustituyeron la relación de pareja que mantenía con Mary y que en sus últimos años compartió con Jim Hutton.

Lo que me trae a compartir esta entrada es reflexionar sobre las soledades que produce la homofobia interiorizada y que en la película se muestran con el magnifico trabajo de Rami Malek que consigue sumergirnos en el personaje, en sus grandezas y debilidades.

La homofobia interiorizada se manifiesta en actitudes de hostilidad y rechazo hacia la propia homosexualidad o hacia otras personas de la comunidad LGTBI+. La denigración de la propia homosexualidad y los estereotipos que giran entorno al estilo de vida gay supone la ocultación. La armarización de los propios sentimientos, viviendo e interpretando la vida como heterosexual.

Es sin duda nuestra cultura machista la que ejerce la suficiente presión y control para reprimir y rechazar los propios sentimientos. La homofobia interiorizada es de carácter multifactorial, donde intervienen aspectos emocionales, conductuales, socioculturales y actitudinales.

El heteropatriarcado (compartido por diferentes culturas, credos y países) se constituye en un sistema opresor que se evidencia en expresiones de rechazo que se producen desde la infancia de modos más gruesos a través de insultos, tratando a las personas LGTBI+ como enfermos, anormales, pedófilos o afeminados en el caso de los varones. La aproximación de los varones a la condición femenina quiere aproximarlos a la mujer como sujeto de menores derechos. Pero las expresiones de rechazo y homofobia no son sólo gruesas, además pueden intervenir mediante eufemismos y con procedimientos mas sutiles como miradas de menosprecio y desdén.

Todos estos mecanismos introducen el estigma, la vergüenza y la inseguridad en las personas LGTBI+ que afectan directamente a la autoestima, dificultando una vida “normalizada”. La homofobia (incluida la interiorizada) están relacionadas con padecer mayores tasas de enfermedad mental y de infelicidad.

La lucha contra la homofobia interiorizada entronca sus raíces en el entorno familiar, el social y cultural.  La aceptación de la diferencia desde los entornos más próximos es crucial, así como promover referentes LGTBI+ para los niños, niñas y niñes de nuestra comunidad, para ello la visibilidad de la diferencia es la herramienta más poderosa para mostrar al mundo que la diversidad lo inunda todo.

La «salida del armario» no es un hecho puntual que una vez superado ya queda en la historia de vida de las personas LGTBI+, sino que la visibilización es un trabajo diario, para muestra os dejo un botón. No dejéis de leer el hilo y comentar lo que creáis oportuno de la entrada.

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